Por clothing-bag, 04/03/2023

Cubrebocas hechos por diseñadores mexicanos porque quieres verte 'chic' en la nueva normalidad

Por Felipe Haro y Uriel TrejoFotos Fernando Canseco y Sergio Bejarano

Crear empatía con la situación actual y aportar estilo se han convertido en la base para que diseñadores como Alejandra Quesada, Patricio Campillo, Vanessa Guckel, Sandra Weil, Laura Meléndrez y Montserrat Messeguer elaboren cubrebocas, artículo que se convertirá en parte importante de nuestra nueva normalidad.

La situación mundial actual nos ha llevado a tomar medidas que serán parte importante de nuestro día a día por un buen tiempo, como es el uso de los cubrebocas, pieza que se integra al estilo de vida de todos por ofrecer una opción para cuidarnos y proteger a los demás.

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Ante tal panorama, la creatividad ha llevado a los diseñadores de moda a reintepretar las masca­rillas para que más allá de cumplir con su función, ayuden en la cuestión sustentable, al elaborarlos para que se puedan lavar y reutilizar, e imprimir un toque diferente y divertido a cualquier outfit.

En nuestro país, varias son las firmas y creativos que se han dado a la tarea de hacer su propia versión, como Alejandra Quesada, Patricio Campillo de The Pack, Vanessa Guckel de Cihuah, Sandra Weil, Laura Meléndrez de Amor & Rosas, y Montserrat Messeguer de Lydia Lavin, quienes nos cuentan de esta aventura con la que enfrentan la nueva normalidad.

Cihuah

[Vanessa Guckel, fundadora de Cihuah. Fotos Fernando Canseco y Sergio Bejarano]

Para Vanessa Guckel, fundadora de Cihuah, el confi­namiento fue una experiencia personal y profesional de introspección. “Pude realmente frenar mi ritmo de vida que tenía muy acelerado para poder tomar consciencia de mí y de los demás. Mi cuarentena fue muy creativa, con mucha investigación y lecturas que me llevaron a tomar decisiones importantes en mi vida y en mi trabajo”, cuenta.

Decisiones que iniciaron con su línea de cubrebo­cas. “Hoy en día, cada marca y/o diseñador tiene una responsabilidad muy importante con los productos que ofrecen. Todo debe tener una razón de ser, ya no podemos producir por producir o diseñar nada más porque nos gusta. Crear una línea de cubrebocas tenía todo sentido en un momento de pandemia y crisis económica. Teníamos doble necesidad, la de proteger a nuestra comunidad y la de poder seguir con nuestra marca para que nuestro equipo pueda seguir trabajando sin perder su trabajo”.

Así arrancó este proyecto que comenzó desde cero.

“Los primeros que hicimos fueron con retazos de tela, pero luego quisimos aumentar el nivel de protección y el uso de la tela microfibra era necesario. Para el estampado, el concepto era tomar una hoja de papel, dibujar y plasmar mis emociones y pensa­mientos al inicio del confinamiento. Tenía mucho miedo, incertidumbre y preocupaciones. Rallando hojas obtuvimos un juego gráfico interesante con puras líneas. Cuando ya logré ver el lado positivo de esta experiencia, empecé a usar colores haciendo referencia a los tonos del agua, tierra y naturaleza (azules, cafés y verdes). Siempre existe un lado posi­tivo, era cuestión de poner atención y querer verlo”.

Sus piezas cuidan la piel de los que las utilizan, por eso llevan dos capas de tela, “la interior es 100% algodón y la exterior es 100% microfibra repelente. Son lavables y reusables con el fin de no contaminar o crear desechos”, confirma. Se pueden adquirir a través de cihuah.com o en su showroom, ubicado en el Edificio Humboldt, en Artículo 123, número 116, interior 208, en la colonia Centro.

“Es un hecho que esta pandemia no fue la primera ni la última. Desgraciadamente estamos viviendo las consecuencias de lo que nosotros humanos hemos construido a lo largo de los años contaminando y dañando nuestro planeta. Las bacterias y virus siempre han existido, pero ahora tienen un grado más alto y vamos a tener que aprender a vivir con ellos con medidas de protección como los cubre­bocas”, afirma Vanessa, quien ya está trabajando en proyectos como el rediseño del modelo de negocio de la marca: “Espero que pronto puedan ver los primeros cambios significativos. Estamos muy emocionadas y positivas. Vamos a crear un cambio en la industria”.

Alejandra Quesada

[La diseñadora mexicana Alejandra Quesada. Fotos Fernando Canseco y Sergio Bejarano]

La solidaridad fue el origen del proyecto de Alejandra Quesada, quien cuando empezó la cuarentena trabajaba en el albergue de Nuestra Señora de Lourdes y le pidieron unos cubrebocas: “vi que tenía muchos retazos de telas pasadas que he acumulado, y dije: ‘Ahora los voy a hacer con estampados y los voy a vender, lo que recaude lo voy a donar al albergue’, así empezó todo”, recuerda.

La estructura de la máscara surgió de un modelo que su tía encontró en internet y ella lo adaptó, además, Alicia, una costurera que trabaja con ella, le dio algunos tips como las tablas. “Mi diseño es bastante sencillo y práctico, le agarramos el método desde un principio, lo que sí trato es que el estampado luzca lo mejor posible, el reto es más en el corte para que a la hora de unirlo se vea el dibujo en el lugar adecuado”.

Cubrebocas hechos por diseñadores mexicanos porque quieres verte 'chic' en la nueva normalidad

Sus creaciones son fáciles de cuidar, “los de algodón y viscosa se pueden lavar en maquina, no hay ningún problema, pero los de seda sí debe ser a mano, porque la tela es más delicada. Yo les recomiendo a mis clientes que los cuiden mucho, que tengan una bolsita donde guardarlos, que los laven diario después de usarse porque creo que ahí está la clave para que te ayude a cuidarte y cuidar a los demás; algunos son doble viste y doble estampado, por lo que hay que poner atención que lado estas usando como interior y cuál como exterior para no confundirte y no ponértelo del lado contaminado”.

Se pueden adquirir en su tienda en línea alejandra­quesada.com, cuenta con entrega en todo México y el mundo, y próximamente estarán a la venta en Amazon.

Mientras todo se reestructura, la diseñadora ya trabaja en varios proyectos como “mi nueva colaboración con Sanrio y Hello Kitty, que sale en agosto, y en octubre viene una sorpresa que ya les platicaré, pero tiene que ver con una película”.

The Pack

“Definitivamente será una pieza de la cotidianidad en los próximos meses o años, no solamente por el riesgo que corremos con el covid y porque tenemos que vivir con eso, al final del día no podemos esperar que se quite de un día a otro, más bien tenemos que aprender a vivir con esta enfermedad”, reflexiona Patricio Campillo, director creativo de la firma The Pack.

“Decidí crear una línea de cubrebocas porque me pareció que es muy importante adaptarse a los tiempos que estamos viviendo y, sobre todo, como una reac­ción de supervivencia, creo que lo primero que se va a necesitar es eso y yo tengo el material, que es un lino tratado con una fórmula que yo desarrollé que lo hace muy suave para que se arrugue menos, resultó ser un gran material para los tapabocas, fresco, con protección, que se puede traer todo el día, lavar fácilmente y se ve bien estéticamente”, confiesa.

Sus piezas son doble capa y tienen un compartimento adentro donde se puede meter un filtro de material qui­rúrgico triple capa, “de esta forma tienes la protección de un cubrebocas quirúrgico, pero sin que sea desechable, porque me parece importante cuidar el medio ambiente”.

Para Patricio, este periodo ha sido de mucha reflexión, “me ha dejado mucho tiempo para plantearme cosas personales de cómo quiero vivir mi vida, el ritmo que quiero tener, también me ayudó a entender cómo va a funcionar el negocio, que el online ahora se vuelve la prioridad número uno y a valora muchísimo el tiempo que tengo con mi familia y con la gente que quiero”.

Sus cubrebocas se pueden adquirir en thepack.mx o por mensaje directo a través de cualquiera de sus redes sociales, y a partir de agosto estarán en la tienda de Guanajuato 131, colonia Roma. Cuentan con entrega en todo la República, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, y próximamente estarán disponibles para el mercado de EU a través de Amazon.

Sandra Weil

“Fue una decisión que me costó tomar, no es fácil hacerse a la idea de que es algo que vamos a estar usando constantemente. Al comienzo me parecía un poco impresionante diseñar y venderlo, pero con el tiempo me di cuenta de que es un accesorio que se ha vuelto y será un básico, necesario e incluso de cuidado personal. Me di cuenta que de por si es raro tener algo en la cara, así que abracé las circunstancias y las convertí en algo hermoso, que cuando te lo pongas no sientas que estás enfermo, sino a gusto”, confiesa Sandra Weil sobre su propuesta de cubrebocas, que ha gustado mucho por incluir unos listones “con los que te puedes hacer un moño en la cabeza, amarrar el pelo, hacer un corbatín y darle un giro divertido o fashion”.

No son mascarillas sanitarias oficiales, pero sí resultan prácticas y útiles al estar confeccionadas con dos capas de tela, “el interior es algodón pima, que es el más fino y delicado que existe, y ese sí está recomen­dado por el CDC, además de que garantiza frescura y suavidad a tu piel; y la exterior es tela decorativa que por lo general es gruesa y ayuda a prevenir la entrada de partículas. Otra cosa positiva es que son lavables y reutilizables, también son sustentables, están hechas con saldo o residuos de telas de nuestros cortes, es una manera de reciclar nuestras propias telas y de seguir contribuyendo a esta filosofía de nuestra marca que es de cero desperdicio”.

Están a la venta en su tienda online sandraweil.com, la cual está estrenando diseño, y en su boutique de Polanco que recientemente reabrió sus puertas. “Son dos diseños: el básico y el de listones, y todo el tiempo hay nuevas combinaciones, porque como se hace con la retacería a cada rato estamos expe­rimentando y eso lo hace muy divertido, eventual­mente lo hemos convertido en algo Sandra Weil”.

Además de reflexionar sobre vivir el presente,, Sandra rescata que en tiempos de crisis nacen grandes oportunidades y el chiste es adaptarse a las circunstancias y fluir, por eso que ya está lista para lanzar nuevas iniciativas. “Vamos a sacar una línea cápsula con piezas sin género, para hombres y mujeres; y lo siguiente, como para agosto-septiembre, serán nuestras prendas para casa, me entusiasma mucho porque estando en mi propio hogar lo que más se me antoja es comprarme un mantel, me consta que no va a ser un año de fiestas, ni de grandes eventos sociales, entonces es una manera de ser vigente, de mantenerse y, de verdad, ofrecerle a nuestra comunidad el producto que necesita”, concluye.

Amor & Rosas

Como la mayoría de la gente, Laura Meléndrez, funda­dora de Amor & Rosas, se vio en la necesidad de cerrar su taller por dos semanas, sin embargo, la situación no era sencilla, en especial para Ana, la encargada y mamá soltera, quien le expuso que no podía quedarse sin trabajo y la animó a hacer cubrebocas.

Ana creó un muestrario que Laura comenzó a mo­ver entre sus amigos, conocidos y clientes, sin esperar la buena respuesta que tuvieron. “Empezamos el 27 de abril y para el 4 de mayo ya era una locura, ese fin de semana no dejé de tomar pedidos por Instagram, y dije: ‘Debo de subirlos a la página de internet’, se volvió trabajo de tiempo completo y tenemos un mes con un montón de pedidos; ahorita yo creo que ya llevamos vendidos como 3 mil cubrebocas”, cuenta emocionada.

El arranque fue con una investigación sobre los requerimientos que solicita la Secretaría de Salud de México, “pero en realidad no son específicos para nada y nos dimos cuenta de que teníamos todo en el taller para hacerlos. El exterior es de las telas ecológicas con las que hacemos nuestra ropa, cycle denim que es 100% algodón y está hecha del desperdicio de cuando haces ropa, crean un hilo y lo reprocesan; y el interior es re­pelente al agua, con un material con el que elaboramos unas chamarras y que normalmente la utilizan para hacer uniforme quirúrgico, a nosotros nos gustó porque es repelente y ligera, tiene tecnología que te deja respirar y es antibacteriana.

“Estamos haciendo unas versiones zero waste, con los bordados que teníamos sin usar en el taller, esas son piezas únicas, y también elaborando diseños basados en nuestras prendas más vendidas. Tenemos un montón de modelos, como los de la colección Be Aware que está inspirada en los animales en extinción de México y en la diversidad de la flora y la fauna”, además, gustan de cumplir con los deseos de sus clientes, por lo que les pueden hacer pedidos personalizados, “lo padre de todo esto es que nosotros entramos a hacer cubrebocas porque estábamos en crisis, los creamos para salir de la adversidad y estamos agradecidos con las personas que nos están comprando en estos tiempos que el dinero es tan escaso, por eso les ofrecemos un gran servicio y calidad”.

Están de venta en su página amorandrosas.com o en la Condesa, en la tienda que se llama Alcachofa y Romero, cuentan con envíos a todo México y Estados Unidos; son fáciles de cuidar, sólo requieren de lavarse a mano y plancharlos para que vuelvan a su forma. Tienen tres medidas, chico para niños, mediano para mujer y grande para hombre, aunque se adaptan a la medida que les soliciten.

Meléndrez, junto con su equipo, está lista para adap­tar su producto para que sea más fácil de vender por e-commerce, “creo que ahí se abrió una oportunidad para nosotros de venta directa con nuestros clientes y de conectar con ellos, porque tenemos una marca que tiene cosas muy profundas, todos los artesanos, todas las personas con las que colaboramos y esta historia para que tenga sentido es haciendo comunidad”.

Lydia Lavín

Los cubrebocas se han convertido, para esta marca mexicana, no sólo en una forma de generar ingresos, sino de preservar su propia filosofía de compartir bienestar con todos en estos tiempos de incertidumbre.

En las creaciones de la firma que encabezan Lydia Lavín y su hija Montserrat Messeguer, se combina el trabajo de diseño de lujo con textiles mexicanos, con características que las vuelven seguras para su uso diario, todo englobado dentro de un esquema de comercio justo que además ha permitido reactivar la economía de comunidades indígenas mexicanas.

“Es un ejemplo de cómo tratamos de hacer un pro­ducto que beneficie a muchas personas, tanto al usuario como a quienes están detrás. Además es el producto que más hemos vendido y lo que nos ha mantenido a flote en esta temporada, aunque nuestra tienda en línea sigue activa y con ventas”, asegura Messeguer, quien es codiseñadora dentro de la marca que lleva el nombre de su madre. “Definitivamente nos ha ayudado mucho, sobre todo a mantener activo el taller, porque de tener un calendario lleno de proyectos, todo se cambió para el año que entra”.

Lo que comenzó como un proyecto alternativo que reciclaba la retacería del taller, se ha convertido en una importante fuente de ingresos para la marca y las tra­bajadoras, pero también en una alternativa para evitar el uso de cubrebocas desechables o exclusivos para médicos, especialmente ahora que se ha convertido en un artículo de uso diario.

Cada pieza contiene tres capas, dos de tela gruesa, pero esponjada que no produce asfixia, más un filtro intercambiable y una ventana para agregar un filtro adicional.

Los textiles que utilizan han sido creados para tener una larga vida útil, no encogen ni destiñen, se pueden lavar a mano con jabón de barra y agua fría, no requieren suavizante, pero se deben secar a la sombra.

Además, la importancia de volverlos un accesorio atractivo a través del diseño, tiene que ver con el aspecto sicológico, explica Montserrat.

“Que de pronto pueda ser algo lindo para ver, es algo bastante denso tener que usar tapabocas todos los días, pero si por lo menos es bonito, ayuda mucho”.

Además, se han convertido en un símbolo de la actitud con la que la marca ha afrontado las dificultades que trajo consigo la pandemia.

“Nos ha enseñado a ser resilientes, que no es fácil. Aceptar la situación exactamente como es representa un desafío, pero te permite moverte conforme a ésta. Nos ha mostrado también la importancia de no ponernos a nosotras al centro, sino a la gente más afectada. Al principio consideramos cerrar el taller y reducirnos para disminuir costos, pero la visión fue cambiando para hacer todo lo posible para que todas nuestras colaboradoras puedan seguir teniendo ingresos y que todo siga. Es un reto fuerte, pero se trata de mantenernos creativos y resistir lo que pasa, creo que hemos sabido responder y eso me da mucho orgullo”, expone la diseñadora.

Con el mismo espíritu de contribución colectiva, han comenzado a desarrollar un nuevo programa para poner a la venta el trabajo de artesanas que se han visto afectadas por la cuarentena a través de la plataforma de la marca, ya que como comparte Messeguer: “La idea es poner tu granito de arena en lo positivo, en la fe de poderlo lograr y no en el derrotismo. No es el mismo panorama para nadie, pero ésta es una manera en la que podemos ayudar a que algunas personas no la pasen tan mal”.

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