Por clothing-bag, 04/10/2022

Los cuadernos desconocidos de Violeta Parra

Manuel Meriño, músico, compositor y director musical de Inti-Illimani, se encontraba trabajando en Tu geografía, disco con el que debutó su carrera como solista en diciembre del año pasado. Corría el verano del 2021 cuando el proyecto se empezó a gestar. Sus amigos, los músicos José Luis Ubiergo e Isabel Parra, fueron cercanos colaboradores líricos en las canciones de su nuevo álbum. La artista nacional, ícono del movimiento de la Nueva Canción Chilena, le compartió dos poemas suyos para que los musicalizara e incluyera en el disco, titulados Del aire de mayo y Donde comienza el amor.Los cuadernos desconocidos de Violeta Parra Los cuadernos desconocidos de Violeta Parra

La tarde del 4 de enero, Isabel le comenta que hay otro texto que le gustaría compartirle. Un poema inédito de su madre, Violeta Parra, titulado originalmente como Primera tonada de Violeta, y que forma parte de los cuadernos escritos a mano que la artista conserva en su casa.

En sus primeras líneas, dice: “El sol que puebla los cielos/ y todos los horizontes/ Valles, quebradas y montes/ no tienen dueña ni dueño/ Del agua que hizo mi Dios/ p’ aquel que beber quisiera/ D’ este mundo es pasajera/ va y viene como el amor”.

“Cada vez que me preguntan me da risa, porque me acuerdo que me dio una especie de ataque de nervios porque, como a cualquier músico, que le digan algo así... es verdad que dan nervios. Un poema de la Violeta, a esta altura, es casi un monumento”, confiesa Meriño.

El músico cuenta que, al leerlo, su primera impresión fue que se trataba de un poema precioso. “Lo guardé, no dije mucho. Y un día en la mañana me senté, lo empecé a leer sin instrumentos e inmediatamente sentí el ritmo. Luego, empezó a aparecer la melodía. Finalmente tomé la guitarra y me percaté de que la armonía venía implícita en el texto. No tuve que trabajarla mucho. Eso tiene que ver, primero, con el cariño de la Isabel, la confianza de enviármelo. Y segundo, con la musicalidad de las palabras de Violeta”.

La relación entre ambos comenzó hace bastante tiempo, cuando Isabel cantaba con los Inti-Illimani que encabeza Jorge Coulon, aunque se estrechó cuando Meriño empezó a trabajar directamente en las musicalizaciones de las canciones de Isabel para el disco Saludos a todos (2019). “Yo siempre admiraba cómo él tocaba, sin siquiera decírselo. Cómo hacía esta música para todo el repertorio del Inti-Illimani. Es muy potente: la persona responsable de lo que escuchamos cuando vamos a ver al Inti es Manuel”, sentencia la artista, cuyo lazo con Meriño se ha fortalecido con el pasar de los años.

Tanto así, que Isabel es tajante: “No creas que yo le ando dando textos de Violeta Parra a cualquier persona. ¡De ninguna manera! Al contrario, soy bastante mezquina en eso, porque, ayayay… Hay que tener harto cuidado. Además, encuentro que la obra que hizo Luis Advis para las décimas del Canto para una semilla es una perfección completa”.

Sin embargo, el trabajo y talento de Manuel Meriño despertó en ella la confianza para compartirle lo que hoy es la más reciente musicalización póstuma de un texto de Violeta Parra. El escrito trabajado por Meriño es un poema que está titulado en uno de los cuadernos de Violeta como Primera tonada. La idea inicial de Isabel fue musicalizarlo ella misma.

Los cuadernos desconocidos de Violeta Parra

“Tuve esa hoja, El sol que puebla los cielos –frase con que inicia el texto– en mi cancionero durante mucho tiempo. Y ahí estaba, sin música. Volvía a leerlo, volvía a encontrarla preciosa, maravillosa. Me encantaba y la volvía a guardar. Cuando Manuel estaba en ese proceso de su disco, de repente me apareció de nuevo esta hoja en mi vida, en mi cancionero. Lo único que pensé fue ‘esta tonada se la voy a mandar a Manuel para su disco’. Y listo. Eso fue todo”, recuerda Parra.

Sobre el contenido de la tonada, Meriño la percibe como un poema “que resultó ser muy actual, que tiene que ver con lo ecológico de hoy en día, con el cambio climático. Me seguí sorprendiendo con la genialidad de la Violeta, que sigue escribiendo para el futuro”.

La Primera tonada de Violeta es uno de los tantos escritos que Isabel guarda de su madre. En rigor, y además de las canciones encontradas en el baúl de la carpa de Violeta Parra –donde estaban las letras de Lo que más quiero, Si caigo prisionero, Solitario solo y Al centro de la injusticia, musicalizadas por Isabel y Luis Advis–, la hermana mayor de los Parra conserva dos cuadernos escritos de puño y letra por la artista.

“Las del baúl son las últimas. El cuaderno, por su parte, ya estaba escrito entre el 1958 y 1959. Completa estos dos cuadernillos y deja de escribir, pues después pasó a otra cosa. Pero allí alcanzó a consignar su primera ida a Europa. Describe el viaje en barco, qué pasó en Polonia… Son súper lindas. En esas décimas se lee la historia del recorrido de la Violeta, con detalles, con cosas muy sabrosas. También hay mucha pena, porque en ese período se murió nuestra hermanita chica”, cuenta Isabel.

Según describe, es posible mirar uno de estos cuadernos como un diario de vida. El otro, afirma, es “más chico, de colegio, en hojas de aritmética, como se decía en ese tiempo. Allí hay escritos con lápiz de tinta, muy como ‘pasado en limpio’. En cambio, las hojas anteriores servían también para anotar otras cosas”.

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Nombres de personas, recordatorios de citas y direcciones son algunas de las cosas contenidas en dicho cuadernillo. “Es tan bonito, era una agenda, cancionero, diario de viaje… Todo metido en esas hojas”. En su interior versa la frase “Este cuaderno pertenece a Violeta Parra. Si lo encuentra, dirigirse a Segovia 7366, sin número de teléfono, porque no teníamos”, señala la artista.

En el cuaderno más pequeño están escritas canciones como El santo padre y Yo canto a la chillaneja, grabadas en París el año 1963. “Incluso hay un texto de mi hermanita, que escribía unos cuentos fabulosos”, precisa Parra.

Aún no ha podido hacer memoria de cómo fue que dichos cuadernos volvieron a llegar a sus manos. “Otra cosa que pasaba con mi mamá era que ella podía escribir y después regalar lo que escribía. Por ejemplo, me han regalado varias veces una hojita que me han entregado como el tesoro más grande, de cuando mi mamá estuvo en el hospital San Juan de Dios”.

“Creo que estuvo allí porque tenía algo al estómago. Entonces, le hizo unas cuartetas a los médicos que la trataron. Y es re divertido, porque es como si hubiese tenido veinte doctores al servicio de ella. Habla del doctor este, del doctor este otro… Ella era una persona muy entretenida, enferma y todo. Deben haberse divertido pero enormemente con la Violeta Parra”, cuenta Isabel.

Por este motivo, explica que hay muchas cosas de su madre que se encuentran repartidas no sólo en Chile, sino que por el mundo. “La Violeta era así de sorprendente. De repente, si estaba contigo, te hacía una máscara porque le caías bien. Al tiro, en el acto. O un cuadrito, que te regalaba y conversaba contigo. Por eso sus cosas están tan dispersas. Siempre lo estuvieron, y para hacer el museo tuvimos que rastrear los lugares, tanto en Europa como en Chile. Y todavía siguen apareciendo cosas que la Violeta dejó, que mandó o que regaló. Y algunas personas, amorosas y generosas, han hecho llegar esas cosas al museo”.

Para ella, todo esto representan un tesoro. “Es una joya tenerlos. Cada tanto los reviso y claro, se me viene la vida encima”, confiesa.

Aunque hay algunas décimas y escritos que han sido compartidos por la familia Parra, varios de estos aún conservan su condición de inéditos. Pero Isabel espera poder compartirlos en el futuro.

“Mi madre tiene un montón de poesía amorosa. El tema del amor es una constante en su escritura. De repente, se me ha pasado por la mente y por el corazón reunir toda esa poesía amorosa y hacer una obra con eso. Lo he pensado, en esos momentos en que me acerco al cuaderno y lo empiezo a hojear… A uno se le ocurren miles de cosas, porque son muy atractivas. Leer eso, además, te mete en un mundo maravilloso. Así que, en ese sentido, nunca hay que decir que no”, comenta Parra, quien además estuvo encargada del levantamiento y mantención del Museo Violeta Parra, cuyo edificio sufrió varios incendio a partir del estallido social.

La idea de hacer una nueva musicalización con estos escritos parece más lejana. Para Manuel Meriño, la única posibilidad de realizar un nuevo proyecto es que éste represente un gran salto, que tenga una alta envergadura que haga justicia al hito alcanzado por Advis en Canto para una semilla y, por supuesto, a la misma obra de Parra. “Pero si uno va a hacer algo mediano, para que sea criticado en un medio como el nuestro, que a veces es tan charcha… Son todas las cosas que uno tiende a barajar cuando quiere tirarse el piscinazo. Para qué, cómo. El qué hay que tener, dónde se va a hacer. Son mil cosas”, reflexiona. E Isabel Parra comparte su visión.

“Encontrar las voces apropiadas para este tipo de imprenta musical creo que es lo más difícil, porque vivimos en una época en que el canto femenino en América Latina es muy superficial. Hay una industria que exige que la cantante haga esto y no lo otro. Que se saque la ropa y que no se la ponga, que muestre piernas, que sea atractivo, porque eso es lo que vende. Yo no lo creo, pero así funcionan las cosas. Normalmente, las muchachas, las mujeres, van quedando atrapadas en esa violencia y exigencia de los productores musicales, que son quienes ganan plata por eso”, reflexiona Parra.

Sin embargo, no se cierra a la posibilidad de musicalizar nuevos versos. “Nunca hay que decir ‘de esta agua no beberé’”, sentencia.

Respecto a Tu geografía, Meriño afirma que lo más seguro es que pronto haya un concierto para tocar el disco en vivo. E Isabel le propuso que se presentaran a cantarlo en conjunto. Por el momento no hay fechas definidas, pero ya llegará el momento en que Manuel e Isabel interpreten juntos, por primera vez, la tonada de El sol que puebla los cielos.

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