Por clothing-bag, 09/07/2022

No estás solo: manías de mi pareja que antes toleraba y ahora detesto

Cuando empezamos una relación tendemos a mimetizamos con nuestra pareja de tal forma que nuestro entorno, confuso, no sabe dónde empieza uno y termina el otro. Dejamos en el ostracismo el singular y nos entregamos sin frenos al plural. Tú, que no ibas en deportivas ni a correr te ves paseando por el barrio con el pelo como el estropajo con el que limpias la olla, y las legañas sin quitar.

Este extraño fenómeno, lejos de ser un estado de enajenación, tiene explicación y le ocurre a la mayoría, a pesar de ser entes en pleno uso de sus facultades. “Es la época del romance en la que distorsionamos o proyectamos la fantasía de que todo es perfecto en el otro y junto con él. Nos adaptamos en casi todo al otro. Nuestro carácter y nuestras conductas cambian para intentar agradarle y hacer más gratificante la relación que comienza. En ese momento no percibimos, o no damos importancia, a los defectos de la pareja”, explica la psicóloga Eva María Barata.

Pero llega el fatídico día en que se choca de bruces con la realidad. Las dosis de amor ciego se reducen considerablemente y se dejan de tolerar determinados comportamientos de la, hasta entonces idolatrada, pareja. Llega el momento de digerir que esa persona perfecta, que no suda y que no huele después de correr una maratón, no está esperando a la vuelta de la esquina, porque ni existe hoy ni existirá mañana.

“Vivimos en una sociedad que nos inculca unos valores que transmiten la idea de pareja la perfecta, del amor incondicional y eterno que desvirtúa la realidad”, apunta la especialista.Si se busca a un ser ideal que solo cuente con virtudes y que nos haga sonreír solo con nombrarnos, seguramente nos desesperemos y no lleguemos a encontrarlo. Para evitar la enajenación lo mejor es aceptar que nadie es perfecto. “La mayor parte de nosotros esperamos demasiado de las relaciones y eso no es sano”, asegura Eva María Barata.

Poca gente reconocerá que intentó cambiar a una pareja, pero muchos son los que lo han hecho. Error. Hay que aceptar a la otra persona tal y como es. Y si no interesa, cortar por lo sano. “No consiste en tolerar y aguantar estoicamente las manías del otro, ya que aquí nos posicionaríamos en el rol de víctima, sino en el de hacernos responsables de lo queremos y deseamos sin culpabilizar a los demás”, señala la psicóloga.

"A medida que cumplimos años nuestro temperamento se vuelve más radical. Somos menos tolerantes y pasamos menos cosas por alto", afirma Eva María Barata.

En este artículo se recogen una treintena de declaraciones de personas de todas las edades y de todos los sexos que demuestran que lo mejor que se puede hacer es tomarse con humor esas taras de nuestra, a veces insoportable, pareja.

1. Javier (37 años, mecánico): "Mi novia se levanta a las seis de la mañana para ir a trabajar. Tiene la costumbre de despertarme para darme un beso y los buenos días. Está bien, es un detalle. Pero a mí me fastidia las dos horas que me quedan de sueño".

No estás solo: manías de mi pareja que antes toleraba y ahora detesto

2. Sonia (29 años, dependienta): "Me saca de quicio que mi novio vaya dejando su ropa por toda la casa. Al principio de la relación me hacía gracia, pero ya no. No es capaz de quitársela toda en una misma habitación. Se recorre la casa y en cada rincón deja una prenda. Cuando me quiero dar cuenta tiene medio armario tirado por el suelo".

3. Claudia (32 años, enfermera): "Mi pareja se quita el pijama y lo deja tirado como si mudara la piel: pantalón, calzoncillo y camiseta, una prenda encima de la otra. Luego pasa por encima y ahí lo deja".

4. Nadia (31 años, camarera): "Me pone muy nerviosa cuando vamos en el coche escuchando música y no me deja disfrutar de la canción que suena porque la para continuamente para contarme algo".

5. Nacho (38 años, profesor): "Mi novia es una obsesiva de la limpieza. No le basta con que la casa esté limpia: su grado de higiene llega hasta el extremo de que el suelo y los muebles tienen que estar tan relucientes que podríamos comer en ellos".

6. Fran (36 años, periodista): "No me gusta que nada más terminar de comer mi novia tenga que recoger la mesa a todo trapo. Aunque estemos viendo una película, ella se levanta y empieza a llevarse los platos a la cocina. Le digo que ya los recojo yo luego, pero nada...".

7. Sara (30 años, profesora de pilates): "A mi pareja no le gusta oír a nadie masticar. Si quiero comerme una galleta o una manzana tengo que irme al cuarto más alejado de la casa para que no me oiga comer".

8. Alicia (35 años, comercial): "Mi novio es incapaz de dejar los zapatos bien colocados uno al lado del otro en el suelo. Siempre deja el derecho en el lado izquierdo y viceversa. Dice que no lo hace aposta, pero en cuatro años de convivencia aún no ha llegado el día en que los deje bien colocados".

9. Rodrigo (39 años, ingeniero): "Cuando vamos a comer o a cenar a un restaurante nunca puedo elegir postre, porque mi pareja elige el suyo y el que voy a tomar yo. Lo peor es que ella puede comer de mi postre, pero yo el suyo no puedo ni olerlo".

10. Gonzalo (36 años, dentista): "Los interruptores de la luz que son dobles tienen que estar los dos arriba o los dos abajo, si no mi novia monta en cólera porque no aguanta que cada uno esté en una posición".

11. Mario (34 años, psicólogo): "Cuando está en el baño, aunque solo se esté lavando los dientes o peinándose, mi mujer no quiere que haya nadie dentro con ella".

12. Iván (28 años, fotógrafo): "Mi novia no me deja entrar a su casa si no me quito las zapatillas nada más cruzar la puerta. Es muy pesada con ese tema".

13. Andrés (37 años, informático): "Cuando duermo con mi novia me despierto totalmente destapado. No sé cómo lo hace, pero a lo largo de la noche se lleva todo el edredón con ella y a mí me deja sin nada".

14. Estefanía (32 años, maestra): "No puedo con que mi pareja me diga cómo tengo que conducir. Siempre que me monto en el coche con él tengo que soportar sus innecesarias indicaciones".

15. Ana (26 años, estudiante): "Me molesta que mi novio siga hablándome cuando le digo que estoy concentrada en una cosa importante y que no puedo escucharle en ese momento".

16. Teresa (42 años, abogada): "Llevo muy mal que mi marido ponga 20 aplazamientos en el despertador para levantarse. Es muy molesto estar escuchándolo durante hora y media cuando podría estar durmiendo sin ruidos".

17. Lorena (36 años, trabajadora social): "Mi pareja tarda en arreglarse mucho más que yo y no soporto tener que esperarle siempre cuando yo ya llevo un buen rato lista para salir".

18. Álvaro (44 años, periodista): "Me molesta mucho que mi mujer sea incapaz de reconocer que se ha equivocado. Estoy esperando el día en que diga: 'Lo siento, tenías razón”.

19. María (37 años, bióloga): "Odio que en cuanto a mi novio le duele algo mínimamente el mundo empieza a girar en torno a su molestia, y parece que en vez de un resfriado tiene la malaria".

20. Esteban (55 años, médico): "Me molesta muchísimo que mi esposa deje el pan colocado del revés en la mesa. No cuesta tanto hacerlo bien...".

21. Juan (57 años, contable): "Mi mujer no puede dormir si los pilotos del televisor o de algún enchufe están encendidos, así que por las noches tengo que dejar cargando el móvil en otra habitación".

22. Guillermo (34 años, periodista): "No entiendo por qué mi novia necesita que las sábanas estén perfectamente estiradas. Me obliga a invertir 15 minutos en hacer la cama cuando luego se arruga todo nada más meternos".

23. Eugenio (53 años, abogado): "En casa no podemos cerrar ninguna puerta porque mi mujer no soporta verlas cerradas. Y es un incordio porque nos molestamos constantemente con los ruidos que hacemos".

24. Jesús (40 años, comercial): "Siempre que le toca fregar los platos a mi pareja deja el filtro de la pila lleno de restos. Me resulta desagradable tener que limpiarlo yo siempre".

25. Sandra (27 años, enfermera): "Mi novio no concibe que antes de meter los platos en el lavavajillas hay que darles un agua para quitar los restos de comida".

26. Rubén (41 años, empresario): "Entrar al baño y ver que mi novia ha dejado el papel higiénico arrastrando por el suelo me saca de mis casillas".

27. Adriana (30 años, diseñadora gráfica): "Mi novio asiente sin escucharme cuando hablo más de dos minutos seguidos. Me irrita mucho".

28. Laura (25 años, entrenadora): "No puedo limarme las uñas tranquilamente mientras veo una película con mi novio porque no aguanta el ruido que hace".

29. Julián (50 años, conserje): "Llevo años quejándome porque mi mujer se corta las uñas en el sofá y las deja caer sin recogerlas. Me parece una cerdada, pero ella lo ve normal".

30. Luis (52 años, funcionario): "Mi pareja no puede dormirse sin poner algo a todo volumen en el IPad, y cuando parece que está dormida y se lo voy a apagar pega un brinco en la cama y sube aún más el volumen. Al final acabo en el sofá la mayoría de las noches".

31. Andrés (50 años, ingeniero): "Mi pareja hace pis unas cinco veces antes de irse a dormir. Aunque acabe de hacerlo, si nos quedamos hablando cinco minutos en la cama tiene que levantarse para volver al baño porque necesita hacer pis justo antes de ponerse a dormir, literalmente. No es ninguna enfermedad. Es una manía que me saca de quicio".

32. Irene (32 años, profesora de inglés): "Odio que mi novio cocine porque eso implica que lo deja todo manga por hombro. El cachopo le quedará muy rico, pero no me compensa si deja la cocina chorreando aceite por cada esquina. Y luego no la limpia bien".

33. Laura (27 años, periodista): "No soporto que mi novio beba leche directamente del tetrabrick".

34. Chelo (54 años, ama de casa): "Mi marido siempre se queda dormido en el sofá con las luces y la tele encendidas. Me enfada tener que dormir sola todas las noches y el gasto extra de luz que implica que él se pase las noches en el salón".

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