Por clothing-bag, 27/02/2022

En busca de los millones: el impiadoso filtro del peso para entrar a la Escuela de Jockeys y la sacrificada vida de un jinete

La Escuela de Aprendices del Jockey Club Argentino funciona en una sede del Hipódromo de San Isidro desde el mes de julio de 2004. Su director es Héctor Libré, un exjockey nacido, curiosamente, en Caballito pero que se formó en Rosario y que desde hace 15 años dedica sus días a formar a los mejores jinetes de carrera del país, una profesión que augura reconocimiento y dinero para quien tenga la suficiente constancia y profesionalismo pero que exige la renuncia permanente a la mayoría de los momentos de goce de la vida.

“El jockey es una persona que trabaja los 365 días del año. Llueva, truene, haga calor, haga frío, esté inundado o seco. No hay casamientos, no hay cumpleaños ni fiestas, no hay vacaciones. Yo recuerdo que un año vino mi mamá a pasar la fiesta de fin de año y yo justo tenía que correr una yegua el 1° de enero. ¿Sabés cuándo festejé el fin de año para no despreciar a mi mamá? El 30 de diciembre. O sea: inventé un fin de año para mí”. Héctor Libré resume así los sacrificios que un jockey debe afrontar para triunfar. Los hizo él durante su carrera como tal, que constó de más de 20 mil competencias de las cuales ganó cerca de dos mil, y los hacen los chicos que pasan por la escuela que dirige, reconocida como el semillero de jinetes de carrera más importante de la Argentina.

“Yo no suelo felicitar a los chicos. Siempre les digo ‘este cuento sigue’ y eso significa que si yo hoy gané cuatro carreras mañana a las 6 de la mañana tengo que estar de nuevo en la cancha montando, porque si yo no me doy cuenta de que este cuento sigue, mi futuro se trunca”.

¿Cómo es el día a día de un jockey?

Nosotros nos levantamos a las 6 de la mañana y montamos caballos hasta las 11 o 12 del mediodía. Podemos montar 10, 12, 15, 18, 25 caballos, los que estén disponibles. Si te llegara a quedar un espacio tomás un cafecito pero en general eso no pasa o puede hacerlo un jockey que no tenga tanto problema con el peso, entonces cuando terminás te vas a tu casa, te ponés la ropa de gimnasia con un funda de plástico encima, como si fuese un protector para la lluvia y salís a trotar 4 o 5 kilómetros para sacarte los kilos que te sobran (ndr: en esa distancia, mediante la transpiración, pueden perderse alrededor de 2 kilos). Luego vas a la balanza, te pesás y todavía puede que te falta medio kilo. Entonces vas al sauna y te sentás a unos 85 grados para sacarte ese medio kilo que te falta que, dependiendo del líquido que te quede o del tiempo en que tu cuerpo lo elimine, es lo que te pasás ahí adentro. Ese proceso ha provocado hasta suicidios”.

¿Cuáles son las condiciones de ingreso a la Escuela de Aprendices del Jockey Club Argentino que dirigís?

Hay varias. En principio se tiene en cuenta la edad, el peso y la altura del aspirante, requisitos que están bien claros para quien los quiera leer en el pizarrón de ingreso a la escuela. Ese es el primer filtro, junto con la obligación de tener una primaria terminada. Luego, en el examen que se hace en la cancha se ve al chico vareando, esto quiere decir manejando un caballo de carrera y haciendo los trabajos que el cuidador le pida (tranco, trote, galope, correr, etc.)

Sos autor de un texto llamado “Proyecto escala de peso” a partir del cual argumentás por qué hoy es inhumano el escalafón vigente desde 1859 y que en la Argentina nunca se actualizó. ¿Por qué das esta lucha?

La escala de peso que rige en nuestro país se instauró cuando los dueños de los caballos, los terratenientes de aquella época, decían que era inhumano que los caballos llevaran 90 o 100 kilos en el lomo y sí, era cierto, pero hoy también es inhumano que un jockey masculino tenga que pesar 50 kilos. Nadie considera que en los 160 años que tiene desde que se implementó los cuerpos cambiaron su contextura. Antes las personas eran chiquitas. Napoleón, por ejemplo, no llegaba al metro setenta …

¿Cómo es la escala en otros países del mundo?

En el extranjero hay diferentes graduaciones; hoy acá el mínimo es 48 kilos y yo creo que debería ser de 52 kilos. Pero afuera, por ejemplo en Irlanda, el mínimo es de 57 kilos, lo cual también termina siendo una barbaridad, eso a mí ya me parece demasiado pero la cifra que importa es que son 30 los países en el mundo que cambiaron y actualizaron su escala de peso.

¿De dónde viene tu historia como jockey?

(Antes de comenzar a responder se ríe) Es muy loco porque… ¿Sabés en qué barrio nací yo? En Caballito, y ahí me crié. Conocí a los caballos porque mi hermano jugaba al fútbol en un potrero y al lado había un terreno en donde siempre había unos caballos negros que llevaban carruajes mortuorios. Hablamos de 1953, 1954 cuando yo tenía 5 o 6 años. Las dos horas que mi hermano jugaba a la pelota yo me las pasaba mirando esos caballos.

¿Y cuándo fue la primera vez que te subiste?

Ahí, cuando tenía seis años y recuerdo que me caí, que me pegué un golpe bárbaro. Pero hoy estoy acá como director de la escuela de Jockeys más importante de la Argentina gracias a que yo andaba siempre peleándome en la calle. Me acuerdo que por entonces un señor que era vecino mío me preguntó, cuando yo tenía 14 años, qué quería ser, si boxeador o jockey. Yo ya había tenido contacto con caballos comunes, había aprendido a andar a caballo y le dije que boxeador no porque el otro también pega y entonces me quedé con la opción de ser un jockey pero no sabía bien qué era. “Los que corren caballos”, me dijo, y le respondí que yo quería ser eso. Yo amaba a los caballos pero terminé siendo jockey un poco accidentalmente. Desde entonces me preparé toda mi vida, llevo 55 años dedicándome a estudiar al caballo de carrera y a transmitir esos conocimientos.

¿Quiénes son los chicos y chicas que llegan hasta aquí con el sueño de convertirse en jockeys o jocketas?

Son en general del interior, de familias trabajadoras pero muy humildes que de repente ven esto como una salida laboral que puede hacerles ganar mucho dinero. Y sí, es verdad, pero depende siempre de ellos, de hasta dónde creen que pueden llegar y cómo se comportan para lograrlo. Cuando un jockey empieza a creer que las carreras las ganan ellos y no los caballos, ahí es cuando empiezan a caer y luego desaparecen. Porque como reza el cartel que tengo acá arriba (dice y señala), “las carreras las ganan los caballos”.

¿A qué te referís cuando decís que los chicos pueden ganar mucho dinero en muy poco tiempo y considerás a su vez que esa es un arma de doble filo?

Acá los chicos pueden llegar a comprarse la casa en un año. Generalmente es cuando atraviesan por la etapa del boom del aprendiz, que es ese chico que corre bien y los dueños y los cuidadores quieren que corra su caballo. En esas 120 carreras los chicos tienen como mínimo la posibilidad de tener su departamentito y algún auto pequeño, viejo, porque hoy los premios son más chicos, pero si siguen ganando pueden tener mucho dinero.

¿Cómo es en la práctica esa posibilidad?

La carrera del aprendiz dura dos años y en la primera competencia que ganan pueden llevarse 10 mil pesos. Siempre el premio depende de la carrera; en general, los chicos que empiezan corren las que tienen premios de 100 mil pesos de premio total. En el último Pellegrini, por ejemplo, que es la carrera más importante de la Argentina, el premio fue de 7,5 millones de pesos y por lo tanto un chico puede ganar 70 mil pero ellos casi nunca están ahí. En las que ellos corren, en la suma diaria (ndr: hay carreras de lunes a lunes) pueden juntar mucha plata, aunque eso depende de cómo se hayan conducido y de si son personas inteligentes, vivas, trabajadoras, que es lo que les va generando una imagen en toda la gente. ¿Por qué es tan importante saber relacionarse? Porque vos dependés de todo el mundo, incluso para ganar una carrera dependés del caballo pero también del peón, del capataz, del sereno, del propietario, del cuidador y con todos ellos tenés que estar bien. Con uno solo de ellos que andes mal, vos no corrés ese caballo. El que te elige es el cuidador pero todos tienen incidencia. Los demás son los que te ven todos los días y saben si sos buen jockey, malo, si sos buena persona o mala. Acá vos no sabés quién es tu amigo y quién tu enemigo.

¿Qué consejos les das a los chicos para evitar el mareo o las tentaciones ante sumas de dinero que quizá antes nunca habían tenido?

Ahí es donde yo cumplo un poco el papel de ogro porque siempre les digo que primero se acomoden ellos y después ayuden a la familia. Es que si empiezan a repartir lo que logran, primero parece que nunca se acaba pero dura poco, apenas 120 carreras, que son las que corren hasta salir de aprendices para luego pasar a competir kilo a kilo con los otros jockeys. Cuando cumplen esa cantidad muchos se dan cuenta de que no hicieron nada, que vinieron para poder tener algo pero no tienen nada otra vez. Después de la carrera 120 viene la realidad: si el chico realmente está en condiciones de ser un buen jockey o no, entonces por eso mi posición a veces es muy terminante cuando les digo que no le manden plata a la familia, que se compren dólares, que lo guarden. Que si tienen techo y una bicicleta ya se pueden mover o que si se golpean o les pasa algo tienen donde vivir, para mí eso es primordial. Algunos lo entienden, otros no.

Para entender: qué son las famosas 120 carreras

Es la cantidad que disputan los aprendices hasta convertirse en profesionales o ver su carrera truncada. En ese tiempo las carreras se diputan así: hasta ganar 60 carreras corren con caballos de cuatro kilos menos. Hasta ganar 100 corren con caballos de tres kilos menos y de ahí hasta las 120 corren con dos kilos menos. Cuando ganaron 120 carreras ya no hay ventajas y corren a igual kilo con los demás jockeys. Ahí es donde quedan los buenos jinetes y los demás no.

¿De qué factores fundamentales depende el éxito de los jockeys?

De la constancia, del esfuerzo, del trabajo pero fundamentalmente de la humildad. El 70% de los chicos que vienen acá fracasan porque no entienden de qué se trata esta historia. Son tipos que pasan de no tener nada a ganar unos cuantos mangos, se creen más importantes que el caballo y ahí se terminó todo. Lo primero que tenés que tener es humildad y reconocer cuando hay algo que no sabés.

Aylén Spinella: la historia de la única mujer aspirante a jocketa

Aylén tiene 20 años, es Oriunda de la ciudad bonaerense de Caseros e ingresó a la escuela en junio de 2019, lo que la convierte en la alumna más reciente del lugar.

“Siempre había querido venir a la escuela pero mi papá no me dejaba. Él fue jockey y me decía que era muy peligroso, que era un deporte para hombres y me llevó a hacer equitación durante 10 años, desde los 7 a los 17, y él siempre tuvo caballos, desde 2009 tiene caballos de carrera y yo siempre estaba acá (nda: en el Hipódromo de San Isidro) y este año cuando volví de las vacaciones, en marzo, empecé a ayudarlo a traer a los caballos a la cancha y los empecé a trotar y todo el mundo me decía que me viniera a anotar en la escuela, que tenía el peso, que tenía la edad y yo les decía que mi papá no me dejaba hasta que un día alguien me dijo ‘no necesitás más el permiso de tu papá, tenés 19’ y ahí fue cuando vine”, relató la jocketa a Tn.com.ar sobre cómo logró torcer el designio paternal.

¿Qué reacción tuvo tu padre cuando le dijiste que ibas a ingresar a la escuela?

Le dije y me contestó: “Bueno, yo te acompaño pero acordate que no te van a dejar entrar”. Vinimos y él estaba convencido de que no me iban a dar el cupo pero llegamos acá, hablamos con el profesor y me dejó (dice señalando a Libré y se ríe).

Libré o “el profe”, como lo llama Aylén, contó sobre aquel día: “Tuvo un poco de suerte porque cuando ella llegó la inscripción ya estaba cerrada y yo no tenía mujeres pero yo sé que en un grupo de hombres lo más importante que hay es que haya mujeres porque ellas con su sola presencia ponen un freno. Yo no la conocía pero la vi con carácter, era ideal para estar en la escuela y a partir de ella pude enseñarles a los chicos mucho de lo que significa el respeto por la mujer: a darle la prioridad, a cederle un asiento, etc. Las mujeres le ponen a esto lo que no le pone el varón porque tienen otra decisión, una fortaleza mental mucho más clara, no dudan, se convencen, te creen sin ponerte en duda.

¿Cómo es tu hoja de ruta en tu carrera como jocketa ahora que lograste lo que tanto querías?

Bueno, un poco me cayó como de repente la oportunidad porque yo lo deseaba desde muy chica pero por esto que contaba pensé que nunca iba a poder hacerlo y ahora estoy acá, en la escuela, con chicos que empezaron desde muy chicos y aunque yo sé montar y otras cosas, es como empezar de cero porque con el caballo de carrera todo es distinto. Por eso a veces me pregunto si yo estoy a la altura de los demás, a veces los veo muy adelantados pero a la vez de a poco me voy haciendo, yo no tengo apuro por salir a correr, quiero hacerlo cuando esté lista.

¿Es el turf una disciplina para hombres?

Estando acá adentro pienso que de ninguna manera. Que la mayoría de los alumnos lo son, es verdad, de hecho ahora soy la única mujer, pero creo que eso pasa porque desde la ignorancia de la mayoría de los que conforman el turf porque creen que a los hombres les queda mejor porque tienen más fuerza, o más rigor, o más coraje, o más valentía y ese es el mensaje que se envía en general pero el caballo se maneja más por picardía, inteligencia e intuición que por fuerza bruta. Pero si de fuerza bruta se trata, al caballo no le gana nadie. Si el caballo no obedece a la boca se va a la velocidad que el caballo quiere y no lo podés parar, por eso si el caballo quiere hacer eso no lo paro yo, que recién empiezo ni él (señala al profesor) que lleva 15 años estudiando a los caballos de carrera, ni todos los chicos que están en la escuela.

¿En qué estado está ahora tu carrera?

En estos cinco meses yo lo que estoy haciendo es varear. Empecé a trotar en los bastones, que es el borde de la cancha, donde no hay tantas reglas para respetar, y ahí hago trote, galope, trote, galope de a poquito, un poco de galope en la cancha y ahora estoy vareando a un par de cuidadores de manera más suelta, con montura y todo eso. Ahora me voy sintiendo más suelta, más libre. Si me piden un trabajo específico no me da miedo ni tengo problema en hacerlo. Ahora estoy queriendo perfeccionar mi estadía en las gateras, adonde no fui muchas veces, de hecho fui una sola, y tengo que hacer más trabajo, eso es un simulacro de carrera sola, en la cancha. Por ahora necesito lograr un poco más de experiencia ahí y después recién largarme a las carreras.

¿Cómo son tus días?

Todos los días estoy acá, de lunes a lunes. Como vivo en Caseros tengo una hora y media de viaje en los dos colectivos que tomo. Para eso me levanto a las 5 porque tengo que estar 6:30 para empezar a varear y me organizo para estar cada media hora en cada puesto. Cuando cierra la cancha, no mucho más de las 11:30, los lunes y jueves venimos para la escuela a las 13 pero antes me peso. No como, para no estar más pesada, sino que lo hago después de eso y ahí nos quedamos en la escuela hasta las 16. Sobre el peso no hay que pasarse de 51 kilos, eso es lo ideal. Para mí no es muy sacrificado pero algunos de los chicos se tienen que matar para lograr el peso: algunos directamente no comen.

¿Qué es ser un jockey?

Es una persona que arriba se siente segura de lo que tiene abajo, que sabe lo que tiene abajo y cómo manejarlo. Sabe en qué momento tomar qué decisiones y que puede ser practicado por cualquier persona que desee hacerlo.

¿Cómo es ser la única mujer en un curso colmado de pares varones pero también de profesores masculinos?

Primero era muy molesto porque mis compañeros todo el tiempo estaban haciéndome chistes para sobresalir entre ellos porque estando solos se ubican. Yo enseguida puse un freno y entendieron que acá yo soy igual que ellos. Ahora ya estamos todos en la misma, yo soy una más. Sobre las demás personas que trabajan acá hay que decir que no hay muchas mujeres y que las pocas que hay no son muy bien tratadas tampoco. Yo busqué que me trataran bien, trabajé para eso y lo sigo haciendo porque si no me hacía respetar nadie iba a hacerlo. Acá hay mucha gente igual que no sabe leer ni escribir y en ese contexto yo entiendo que muchos tampoco siquiera tienen límites, que no conocen de derechos o valores pero por mi forma de ser entienden la distancia e incluso con algunos directamente no tengo trato. Yo me manejo con la gente con la que sí me dejo llevar”.

¿Cuál es tu mayor objetivo?

Yo no busco ser la N°1 sino hacer mi camino de manera prolija. Yo me pienso en función del caballo, de que el animal sepa que si lo corro yo va a estar bien, es lo que busco en mis caballos. En mi familia tenemos caballos y yo no pongo al mejor jockey sino al que trata mejor al animal, al que es más sereno, al que los entiende más y yo busco eso. Para mí el caballo es una empresa, es lo que aprendimos en la escuela, pero también hay que saber que es un animal noble, inteligente, muyexpresivo, leal, muy intuitivo y en ese sentido para mí son mejores que los perros. Aprende todo lo que quieras enseñarle y lo que no también. Saben perfectamente todo, lo perciben.

¿En qué actividades del día te das cuenta que estás haciendo lo correcto?

Hace poco que estoy pero la sensación más agradable que tengo acá es cuando me dicen que no me suba a un caballo, que no voy a poder montarlo porque tiene algún problema, porque es loco, porque hace fuerza o lo que sea y conmigo no tienen problema y ahí se sorprenden porque pude hacerlo y les explico que es porque yo quiero entenderlo, que yo los quiero tranquilos y hago todo para eso. Principalmente los trato bien

Aylen completó su formación primaria y secundaria. Eso también la distingue de entre los aspirantes a jockey de su promoción: en general la mayoría sólo completa el primer segmento y se van de sus lugares de origen en busca de la oportunidad que los salve. Cuenta Héctor Libré que muchas de las clases que imparte ante los chicos las centra en Aylén porque es la que siempre escucha, la que más atenta está y esa es otra característica por la que se destaca.

El día de los aprendices y de la escuela toca su fin. Hay en el turf profesional 70 egresados de la escuela corriendo en este momento y entre todos acumulan más de 15 mil carreras ganadas. Es que allí se enseña a ser un buen jockey pero fundamentalmente a triunfar como persona. Lo demás, aseguran Héctor y Aylén, “lo demás viene solo”.

Etiquetas: