Por clothing-bag, 26/01/2023

Del bebé olvidado en un supermercado al romance por el que nadie apostaba: 42 hechos no tan recordados de Mónica Ayos

1. Nació el 19 de junio de 1972 en Buenos Aires. Sus padres, Mónica y Víctor Ayos, eran bailarines de tango. Como recorrían el mundo acompañando a las grandes orquestas del 2x4 la dejaban al cuidado de su abuela que vivía en Mar del Plata.

2. Su mamá quería llamarla Luz Divina, pero como padecía de miopía progresiva pensó que si su hija la llegaba a heredar, con ese nombre la cargarían toda su vida así, que la bautizaron María Mónica.

3. De chica le pidió a su abuela estudiar baile, y ella la anotó en un club barrial donde aprendió jota, español y clásico. A los nueve años sus padres se instalaron en San Telmo y Mónica siguió tomando clases de danza con Beatriz Ferrari.

4. Su debut artístico fue a los 11 años cuando en un teatro uruguayo, mientras Osvaldo Pugliese tocaba “La Yumba”, ella bailaba con su padre como compañero.

5. Siempre tuvo en claro que deseaba ser actriz. De chiquita veía todas las grabaciones de Las 24 horas de Luisa Vehil y rogaba para que la llamaran.

6. En su infancia idolatraba a Alicia Bruzzo y Raffaella Carrà. Asegura con humor que de adolescente se sentía “el eslabón perdido entre Susanita de Mafalda y Rebelde sin causa”.

7. Como alumna primero concurrió al colegio Jorge Newbery, en la avenida Estrada, en La Feliz. “Me iba bien. Normal, no me destacaba, pasaba desapercibida. Era tímida, muy. Era una nena con amigas y amigos, pero no de las quilomberas. Nunca quise que la escuela me robe tiempo de vacaciones estudiando así que me puse siempre las pilas”.

8. A partir de cuarto grado, ya en Buenos Aires, porque sus papás habían sido contratados para bailar en El viejo almacén y Michelangelo, asistió al Hipólito Vieytes de San Telmo. “Fue crecer, entender y madurar muy rápido adaptándome a otro ámbito, otra escuela, ya en Capital, otra vida, y una disfuncionalidad un tanto arrolladora para esa edad”.

9. De adolescente comenzó a rebelarse y dejó de estudiar danzas. Empezó a hacer una vida totalmente sedentaria y subió de peso. “Fue una etapa muy brava y mi carácter empezó a estar cada vez peor. En mi interior había muchos conflictos”.

10. Convencida de su vocación artística apenas terminó la secundaria se presentó a varios casting pero no la elegían. “Yo era más gordita, más rellenita, tenía el pelo marrón y rulos. Ni chicha ni limonada”, recuerda.

11. En 1990 le propusieron trabajar de bailarina en Chile. Como era menor de edad sus padres tuvieron que firmar una emancipación. Hizo un cambio sideral: no solo se mudó a ese país, además se tiñó de rubio, cambió su imagen a otra más sexy y comenzaron a llegarle más ofertas de trabajo.

12. En Chile, con un grupo de chicas realizó el espectáculo Curvas, Viña, risas. Con 17 años se hizo muy popular en el país trasandino.

13. En ese tiempo se enamoró de su coreógrafo, Mario Valencia. Quedó embarazada, se casó y Federico nació el 22 de mayo de 1992.

Del bebé olvidado en un supermercado al romance por el que nadie apostaba: 42 hechos no tan recordados de Mónica Ayos

14. Estudió teatro con Luis Tasca, danza clásica y canto. “No me maté estudiando, aprendí laburando”, reconoce.

15. Durante un tiempo estuvo de novia con el hermano de Reina Reech.

16. Uno de sus miedos es “a no ser la mejor madre”. Considera que su mayor virtud es su espontaneidad y su defecto ser impulsiva.

17. A los 19 años se olvidó a su hijo en el supermercado. “Lo perdí de bebé, en la parte de los fríos. Fede tenía dos semanas. Tenía el carrito de bebé y el carrito de supermercado. No podés andar con los carritos. Fui a la parte de los fríos, agarré una manteca, un queso mantecoso y me llevé el carrito de supermercado y el bebé quedó ahí. Y yo pensé que el bebé lo tenía en la panza...”, contó hace unos años en Intrusos.

18. La anécdota sigue. “Llegué a la caja y dije: ‘Falta algo’. Tenía esa sensación. Me faltaba algo, y resulta que era el pibe. Estaba en los fríos, se mantenía”, finalizó su desopilante relato.

19. Comenzó en la televisión como “la profesora de cantos” en El paparazzi, de Jorge Rial. Como vedete brilló en distintos espectáculos de revista, como Nación imposible, Ricos y fogosos, Corona 99 y Gansoleros.

20. Es muy creyente: en su camarín solía tener rosarios y agua bendita. Antes de salir a escena, se persignaba.

21. “Al principio era 80% linda, atractiva, sensual y llamativa y el 20% restante talentosa. En la actualidad hay un equilibrio hasta llegar a 50% de cada uno”. (Última hora, agosto, 1999).

22. Consolidada como vedete decidió colgar -“no tirar”, aclaraba- las plumas, y comenzar su viraje a la actuación. “Una mañana me vi al espejo y no me reconocí. Demasiado rubia platinada, demasiado glamour, aún recién levantada”, contaba en una entrevista de 2005.

23. Con Diego Olivera llevan más de 20 años juntos. Fueron al mismo colegio pero se cruzaban poco ya que ella es cinco años más chica. “El papá de él cantaba, mis viejos eran bailarines de tango y fueron juntos a una gira. Y se ve que mi vieja le preguntó dónde me podía mandar a la escuela”.

24. Se volvieron a encontrar cuando Hugo Moser los convocó para Matrimonios y algo más. Diego quedó impactado, y ella también. “Reconozco que cuando lo vi me pareció un principito. Es tan alto y tiene esos ojos tan verdes… es muy bonito y nunca me había fijado en él. Me pasaba lo que a la mayoría de la gente, me lo confundía con Federico (Olivera, su hermano, también actor). Pero nos fuimos conociendo y enamorando”.

25. Al poco tiempo de conocerse probaron convivir. Fede, su hijo, en ese momento tenía siete años.

26. Estaban en un bar de Buzios cuando Diego le escribió en una servilleta: “Te encontré, amor de mi vida, lo tenés todo. Lejos de la perfección, llegaste como un combo explosivo que provoca en mí sensaciones que no conocía. ¿Envejecemos juntos?”.

27. A los tres años de haberse casado ambos extraviaron sus anillos. “Diego lo perdió en una novela con Araceli González y yo lo perdí en Franco Buenaventura, el profe, en Telefe. Cuando hacés una novela no tenés que usar anillo de casada porque yo hacía de soltera siempre, entonces dejé el anillo en alguna ropa y él, lo mismo”, explicó en la revista Pronto.

28. Lo increíble es que Olivera asegura que no perdió la alianza. “El caradura de Diego sigue diciendo que no la perdió. ‘No puede ser, tiene que estar en algún lado de la casa’, dice, pero si yo hice todas las mudanzas y jamás apareció. ‘Recuerdo que ese día lo traje de la novela’, insiste, pero no, ¡no lo trajiste, flaco, no está más! No tenemos ningún amuleto de la pareja y ya con despertarnos y vernos la jeta todos los días, ¡nos acordamos de que uno se casó con el otro!”.

29. Afirma que se operó la nariz porque a los 29 años le empezó a crecer. “Un día me levanté y tenía un naso que casi le saco un ojo a Diego. ¿Sabés qué me pasó? Trabajé mucho con mi amigota que la amo, Natalia Oreiro, y ella tiene un enchufe, ¡una nariz perfecta! Y yo tenía todas las escenas con ella y creo que ahí dije: ‘Tengo la nariz muy grande’. Después hice una peli, me vi en la pantalla grande con Nico Cabré, que tiene la nariz perfecta del año, y vi que casi le saqué un ojo. Dije: ‘No, esto lo voy a arreglar’, porque me acomplejaba. Pedí por favor que no me tocaran la punta, que solo me arreglen el hueso”.

30. En la base de su espalda, casi escondido, se tatuó los nombres de sus hijos, Federico y Victoria.

31. “Fui a lo de Mirtha Legrand mil veces y me comporté como una lady… Pero claro, yo puteo y todo eso, a mí me gusta todo lo natural y lo que es como es” (Claro, enero, 2001).

32. Desde el año 2011 vive en México. Diego viajó en el 2006 para protagonizar Montecristo. Durante unos años fueron y vinieron hasta que se instalaron en el país azteca.

33. En la revista Pronto aseguró que lo que más extraña de la Argentina es “el asado en familia, mis plantas, los domingos en San Telmo, un verano en Mar del Plata y, básicamente, a mis amigos”.

34. De México le gustan los tacos de camarón, pero todavía no se acostumbra al chile picante. En la Argentina elige suprema a la Maryland.

35. Aparece unos segundos en un video de Pablo Ruiz, pero dice, con humor, que “era una patada en el culo de fea”.

36. Sincera y graciosa, protagonizó una de las confesiones más escatológicas de la farándula argentina cuando en el programa La Biblia y el calefón, que conducía Jorge Guinzburg, contó que cuando era joven no aguantó más sus ganas de ir al baño y tuvo que defecar adentro de un auto.

37. Años después volvió a recordarla. “Es verdad, yo no podía aguantar en ese momento y me cagaba donde estaba. Así que cerré todo el auto y lo hice adentro de una bolsita”, dijo en el unipersonal de Jey Mammon. Y cerró: “Encima tenía puesto un catsuit, así que me tuve que poner en bolas completamente. Creo que mi anécdota marcó una época”.

38. También recordó lo que le sucedió en México cuando intentó depilarse con una cera que no conocía. “Fue terrible, se me cerró el traste. Me desesperé, me tuve que sacar todo con un cepillito y quedé en carne viva. Después me salió pielcita toda nueva”.

39. Ama a los animales. “Los rescato. Una vez llegué a rescatar 25 perros en un día”, reveló en Los Mammones. Contó que hasta evita pisar a las cucarachas, ya que prefiere “invitarlas” a que se vayan.

40. Grababa una novela Buenos Aires cuando un perro callejero la empezó a seguir por todos lados. No pudo contener sus ganas de ayudarlo, así que lo metió en su auto y lo dejó hasta terminar de grabar. Obviamente que lo dejó con las ventanillas medio abiertas para que se ventilara.

41. Al terminar de grabar, volvió al coche. “No te quiero contar cómo lo dejó, porque claro que un perro callejero va a tener todas las pulgas y garrapatas que te puedas imaginar, pero yo feliz por ayudarlo. Pero luego de llevarlo a un veterinario, que lo revisaran, bañaran, desparasitaran y demás, y no conforme con eso, me fui a darlo en adopción puerta a puerta, buscando a la familia correcta para ese animalito, hasta que lo hice”.

42. Simpática, terrenal y muy humana, si una nota periodística le gusta no la considera una “ofrenda” que se merece sino que reconoce que es el trabajo de otro. Es una de las pocas celebridades que se contacta con el/la periodista que escribió la nota para agradecer su laburo. Admite que las contadas veces que sintió que alguien escribía “con mala leche” se enojó y encaró al autor pero, “no suele suceder y mucho menos de manera recurrente, al contrario, siempre hubo una suerte de romance con la prensa, de manera genuina”. La buena gente como ella se lo merece.

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