Por clothing-bag, 20/08/2022
La prenda más revolucionaria del siglo XX :: Diario El Popular de Olavarria
Como cualquier tendencia, dice mucho sobre la evolución de las costumbres y la sociedad. Increíblemente sus comienzos se sitúan en la Edad Media. La higiene en ese momento no era lo que conocemos hoy. El lavado del cuerpo y el de la ropa se realizaba con moderación. La astucia consistió en adoptar una camiseta en forma de T (de algodón o lino tejido) cuyos dos lados se ajustaban entre las piernas. De esta manera (y como prenda interior) la camiseta actuaba como una barrera higiénica entre la piel y la prenda.
Ligera y fácil de manejar, se convirtió en una pieza fácil de lavar. Fue en el siglo XIX cuando la sociedad se deshizo de los costados y la prenda se acercó al cuerpo, siempre oculta a los ojos de todos, por supuesto. Recién con el cambio de siglo la Armada británica adoptó una camiseta de franela para colocarla debajo del uniforme de lana.
En la Marina
La Marina de Estados Unidos pronto copió esa cómoda modalidad. Especialmente al ver a los soldados franceses usar una camiseta de algodón de mangas largas. Los oficiales médicos fueron los primeros en elogiar esta prenda que a los hombres además les resultaba muy cómoda. Así fue que en 1913 la camiseta de punto de algodón se convirtió en la ropa interior oficial del ejército.
Sin embargo, era necesario que la imaginación colectiva asociara esta nueva pieza de tela con la idea del hombre fuerte con cuerpo esculpido. La camiseta se convirtió así en sinónimo de practicidad. Los cuerpos cambian, la silueta se agudiza porque es el momento del movimiento y el dinamismo.
El auge de las camisetas se dispara en las primeras décadas del siglo XX. La P.H. Hanes Knitting Company comienza a fabricar esta ropa interior masculina en 1901, mientras que el gigante estadounidense Fruit of the Loom las produce a gran escala a partir de la década de 1910.
En la década de 1930, las camisetas ya eran habituales entre los deportistas universitarios. En 1938, el comercio estadounidense Sears, Roebuck and Company comenzó a poner a la venta camisetas blancas de gob (jerga popular para denominar a los marineros). "Camiseta por dentro, camiseta por fuera", rezaba su anuncio, en el que aseguraban a los hombres que podrían "usarla como prenda exterior para el deporte y el ocio, o como prenda interior: práctica y válida de cualquier manera". En la Segunda Guerra Mundial, el ejército de tierra y la marina de los EE.UU. suministraron a sus tropas camisetas blancas de manga corta en algodón. Las imágenes de guerra y posguerra que mostraban a los soldados de servicio en camiseta contribuyeron a asociarla con el héroe masculino. "No hace falta ser soldado para tener tu propia camiseta", proclamaba Sears en 1941, mientras ofrecía una remera por 24 centavos y hacía realidad así el sueño de los civiles de apropiarse de la ropa de los soldados.
De estrellas
La camiseta gloriosa y simplista se democratiza y se convierte en una pieza esencial. Las estrellas de cine en particular jugarán un papel importante. Marlon Brando la adoptó abiertamente en "Un tranvía llamado deseo" de Elia Kazan (1951), pero es especialmente en el guapo y oscuro James Dean en "La furia de la vida" de Nicholas Ray (1955) que la camiseta blanca marca a fuego la tendencia.
Hay que tener en cuenta que por el momento esta pieza puebla el vestuario masculino pero mucho menos el femenino. Recién en la década de 1970, cuando las remeras se volvieron unisex y adquirieron atractivo sexual, las empezamos a ver con más frecuencia en las mujeres.
La actriz Jacqueline Bisset en "The Deep Sea" de Peter Yates (1977) sorprendió a más de uno al exponerse con una remera mojada, por lo tanto transparente. La tendencia es un hecho. Desde Jane Birkin hasta Serge Gainsbourg, todos usan t-shirt.
De aquí en más todos la hacen suya. Las marcas de alta costura como Yves Saint Laurent o Dior son las primeras, seguidas de cerca por Chanel o Ralph Lauren. Lacoste, Calvin Klein y Giorgio Armani han hecho de la camiseta parte esencial de su uniforme.Los grupos de rock la adoptan gracias al desarrollo de la serigrafía e incluso lo hacen ¡los políticos!.
De una prenda oculta pasa a ser un símbolo de lo práctico, de lo relajado. Hoy en día es una pieza esencial que, a manos de la conciencia ecológica, ha ido cambiando el algodón por las fibras orgánicas y éticas.
Es la prenda utilitaria por excelencia, indispensable en todo armario que se precia de tal y por ello, puede presumir de tener aún muchos años por delante.
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