Por clothing-bag, 30/08/2022

Lisa Lindahl, la mujer que se negó a sufrir e inventó el sujetador deportivo

Te gusta correr, o hacer Body-combat o Fit-box. A mí también. La ropa técnica hace que sea realmente cómodo hacer deporte: fibras que repelen el sudor, que mantienen el calor en el clima más adverso o que comprimen lo justo para favorecer la circulación. Las prendas deportivas han contribuido a hacer aún más agradable el entrenamiento, pero hay una que realmente revolucionó el deporte, una tan necesaria, que resulta raro que no se comercializara hasta 1977, y cómo no, de la mano de una mujer. Hablamos del sujetador deportivo. Su creadora, Lisa Lindahl, es una mujer que se negó a sufrir y a que sus pechos se interpusieran entre ella y su afición. Esta es su historia.

HECTOR MATAGetty Images

Lindahl nació en Vermont en 1948 y se crió en Nueva Jersey. Era una niña tímida que sufría epilepsia y a la que le aterraba la idea de que le pudiera dar una ataque delante de desconocidos. Era buena estudiante, pero odiaba la gimnasia y trataba de saltarse las clases. "Tenías que cambiarte, te ponías una especie de túnica y unos shorts de deporte, pero luego, tras la clase, sin ducharte, te tenías que volver a poner tu ropa, y, por supuesto, no te cambiabas de ropa interior. Era asqueroso", explicó en una entrevista a la emisora de radio Wbur en 2017.

El caso es que Lisa nunca habría sospechado en su adolescencia que a los pocos años de dejar la escuela, estando ya casada, se aficionaría al running con la vehemencia que se abrazan esas pasiones que surgen cuando consigues algo para lo que no te sientes capacitada. Lisa creía que la epilepsia no le dejaría jamás hacer deporte, pero se dio cuenta de que le sucedía lo contrario, cuanto más corría, mejor se sentía con su cuerpo y sus ataques de epilepsia eran cada vez menos frecuentes.

Cómo nació el primer sujetador deportivo

Adoraba correr, pero lo que no le gustaba era que su pecho se había convertido en un enemigo; no había sujetador que lo mantuviese en su sitio. Una día, en el verano de 1977, recibió una llamada de su hermana. Ella también había empezado a correr, y quería saber si había algún tipo de suspensorio, algo, para mantener el pecho a raya mientras iba devorando kilómetros. Lisa se dio cuenta que no era una manía suya, ni de su familia, el pecho realmente molestaba, o la gravedad, al fin y al cabo no es culpa de nuestra anatomía. Se puso a pensar en cómo sería el sujetador ideal para hacer deporte: "las tiras no se caerían, algo que parecía imposible con un sujetador tradicional, por mucho que las apretase, no tenía que provocar rozaduras, no llevaría alambres que se clavasen, sería ligero, traspirable", explica Lindahl. Algo que hoy tenemos tan a mano que ni nos imaginábamos cómo sería correr sin él.

Lisa Lindahl, la mujer que se negó a sufrir e inventó el sujetador deportivo

Lisa le pidió a su amiga Polly Smith, diseñadora de vestuario del teatro local, que le ayudase a crear un sujetador apto para la carrera. Polly sabía que eso no era fácil, pero no se amilanó; y entre las dos empezaron a diseñar y coser el sujetador ideal.

Champions

Hubo varios intentos fallidos, pero no perdieron la esperanza, y la clave, curiosamente, se la dio sin saberlo el marido de Lindahl. Él también corría, de hecho solían correr juntos, pero él no tenía problemas con la gravedad porque ya existían los suspensorios, ese especie de tanga masculino diseñado para proteger los genitales masculinos durante una actividad deportiva. Un día, para hacerles una broma a Smith y a su esposa, sacó uno de sus suspensorios del cesto de la ropa limpia y se lo puso sobre el pecho: "Ahí lo tenéis, chicas, vuestro sostén".

Algo hizo clic en la cabeza de Lisa, tal vez había algo ahí, así que entre Polly y ella cosieron dos suspensorios masculinos… et voilà!, el primer sujetador deportivo. Lo llamaron jockbra, por su similitud con el jockstrap, el nombre que recibe en inglés "suspensorio" –y por si a alguien le interesa jock es como en inglés antiguo se decía vulgarmente "pene"–. Al final a su sujetador lo comercializaron como "jogbra", jog de jogging sustituía al masculino y un tanto rudo jock. Pero jocks, en plural, también se utiliza para referirse a duros atletas, esos tipos poco arrogantes que no suelen perder, y ese sentido se utilizó en su publicidad, con el lema “Who says women can’t be jocks?”.

Cómo alcanzó el éxito el sujetador deportivo

Realizaron un prototipo con lycra, un sujetador que Lisa probó que funcionaba en su propia piel; así que se propuso comercializarlo, era algo demasiado bueno como para no compartirlo. Sabía que no era un producto de lencería, así que en lugar de ofrecérselo a grandes almacenes se dirigió a las tiendas de deportes. En aquella época eran en su mayoríapequeños negocios en los que el dueño practicaba algún tipo de deporte. Cuando veían su producto se llevaban las manos a la cabeza y le espetaban: "¿Cómo? ¿Un sujetador? ¿Es una broma?". Lisa respondía: "Bueno, tú vendes suspensores, ¿no?". Les preguntaba cuántos de sus clientes eran mujeres, y eso les hizo recapacitar. Muchos eran mujeres y todas ellas comprarían ese sostén.

Jogbra

Fue todo un éxito, era el producto adecuado en el momento adecuado, de hecho, ya llegaba tarde. Aun así, siempre hay reaccionarios, Lindhal recibió muchas cartas airadas, en las que se exponían opiniones del tipo "Si Dios hubiera querido que las mujeres hicieran deporte, no tendrían pecho" y perlas similares tan alejadas del sentido común como de cualquier estudio teológico. Pero las mujeres deportistas estaban felices, les había cambiado la vida. La pequeña empresa de Lindahl creció hasta ser el actual Champion. El jogbra fue mejorando con el tiempo, la tecnología y la ciencia se aunaron con el diseño para hacer del sujetador deportivo algo tan bello como funcional: una prenda práctica que también lucimos como las zapatillas o la sudadera.

Yo solo hay algo que no entiendo, ¿por qué la mayoría de las marcas ponen relleno en los sujetadores deportivos? ¿Mejora en algo el rendimiento? No lo comprendo, a mí me da calor y no creo que quede mejor aparentar tener una talla de pecho que no es la mía. Pero vuelvo a Lindhal, cada vez que corra le agradeceré su rabia, su perseverancia y su ingenio, esas puntadas que no solo han traído confort y velocidad, sino que han marcado la diferencia en el mundo de la mujer y el deporte.

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