By clothing-bag, 31/05/2022

How were Pablo Escobar's death threats to six Argentine arbitrators?

Tal como lo hacía cada vez que los árbitros extranjeros llegaban a Medellín, Octavio Sierra Mesa, un referí colombiano que se destacara como tal hasta finales de los 80, los iba a recoger al Aeropuerto y los llevaba hasta el hotel designado.

En ese mayo del 89, el paisaje desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad resultaba una exaltación a la vida. El cielo celeste y sin intromisiones. Y a los costados un valle silvestre de una grama virgen pintada cual si se tratara de un verde vigoroso. Las flores de Medellín muestran su color siempre primaveral de una manera más vivaz. Las rosas son más grandes y más frescas. Y las estribaciones montañosas parecen brazos amigos y cercanos.

Dentro del ancho y largo automóvil tres árbitros argentinos de categoría internacional disfrutan del paisaje y del honor de haber sido designados para dirigir un partido por las semifinales de la Copa Libertadores de América de 1989. El juego habrían de dirimirlo el Club Atlético Nacional de Medellín –uno de los grandes de la ciudad– y Danubio Fútbol Club de Montevideo. Se trataba del segundo encuentro, pues en la ida habían empatado 0 a 0 en el Estadio Centenario. O sea, pasaría a la final quien resultara ganador de esta revancha.

Miren, ven ahí, pues ahí ahorcaron a un línea, sí fue muy terrible—, señaló Octavio Sierra con aparente aflicción y meneando la cabeza en claro gesto de dolor.

Just a few kilometers later, almost arriving at the Medellín downtown, Sierra lowered the music of the stereo of his car to say commission:

— Ahí mismo sobre la derecha, ahí está el monolito de un referí que mataron después de un partido de la liga de Antioquia, Dios mío, qué barbaridad… cuánta locura—, reflexionó el atento attaché de los árbitros, quienes de a poco comenzaban a ponerse nerviosos hasta que uno de ellos, Abel Gnecco, le dijo severamente: “Escuchame che Pancho –así lo había rebautizado- no nos digas más a quién mataron, ni dónde ¿me oíste? Llevanos al hotel y se acabó, ¿me entendiste, Pancho? No digas más nada”, concluyó Don Abel, quien por sus extraordinarias condiciones había ido muchas veces a dirigir a Colombia especialmente contratado por la Dimayor (División Mayor del Fútbol Colombiano). No fue el único referí argentino internacional contratado. Colombia recurría con frecuencia a la contratación de nuestros árbitros para encuentros de alto voltaje pasional.

They finally arrived at the Hotel Dann.The afternoon already canceled its light.The game would be the next day.Moment of registering, accommodating things, going down to take something and look for a good place to dinner early.

- I recommend that tonight do not leave the hotel, ”said Octavio Sierra.

- And why? - Juan Bava asked, who together with Abel Gnecco would secondary as a line judges Carlos Espósito, the main referee.

-You will see, -Sierra explanation began -here people are partying from now on, there will be no lack of those who take others, they are very euphoric, it has declared a holiday for tomorrow, the public is in the streets and "I would not like", ”Octavio saidor Pancho- that some fools tell them something or have a bad time.

"Okay," Carlos Espósito said, the prestigious and experienced judge of the party - then we will stay to eat here at the hotel.

His teammates Abel Gnecco and Juan Bava agreed and had dinner at 20.30 at the Dann restaurant.

Before midnight and after a cordial and friendly desktop, they went to rest.They shared a room in a suite on the 7th floor.Espósito and Bava together in two beds in and a half each.GNECCO in the next room with the open communicating door.

Cerca de la una de la mañana, tres jóvenes con ametralladoras a cara descubierta y un señor de cerca de 40 años vestido de negro destruyeron la puerta de la habitación a culatazos y entraron gritando desaforadamente cual allanamiento policial.

— Quietos, quietos todos. Escuchen bien, hay 50.000 dólares para cada uno, tiene que ganar Nacional, ¿escucharon bien?, estamos cumpliendo una orden. Ustedes tienen un precio aquí, otro en la Argentina o donde quieran que se vayan. Las cabezas de ustedes tienen un precio, ¿me entienden bien? Tiene que ganar Nacional. ¿Cuál de ustedes es el maldito referí?

- I sir, I am the referee - said Espósito supporting his lumbar in the head of the bed, while Bava, in underpants, listened to sitting on the floor.

Cómo fueron las amenazas de muerte de Pablo Escobar a seis árbitros argentinos

After supporting the threatening screams and in a living voice, Gnecco appeared from the other room and tried to calm the situation: “Lower the weapons, lower the weapons boys, please ask them.We are all going to calm.Tell him, skinny, tell the Lord who we are, ”Don Abel invited Espósito, who nervous and confused took the silence to tell the man in black, probable member of the pristes, the armed arm of the Medellín poster:“ See, Lord, Lord,We are referees, we do not come to benefit, or harm anyone, we are going to play the game serenity, stay calm and lower the machine guns, please ... ”

— Y llévense el portafolios con la plata, vayan tranquilos. Todo va a salir bien—, los calmó Gnecco.

Cuando se retiraron arrancaron los cables del teléfono cuyas conexiones estaban contra la pared a un costado de la cabecera de la cama. Y ya en el pasillo repitieron ante la puerta destruida: “O gana Nacional o dense por muertos”. Insólitamente, Abel Gnecco fue hasta la puerta y cuando los intrusos se retiraban con el maletín y las armas en la mano les gritó: “Vayan tranquilos…”, y mientras los sicarios y su jefe se alejaban, desde el fondo del alma le salió un estentóreo “¡¡¡Viva Perón…!!!”.

Quickly and in the face of such an extreme situation the first reactions began:

- Let's go to shit, ask for a taxi and crack.— (Carlos Espósito)

- Let's call July (Grondona) and tell him everything.— (Juan Bava)

- Let's go to the Police and make the complaint for attempt to bribe. - (Carlos Espósito)

- Call the ambassador or consul, there is, let's call the embassy.— (Juan Bava)

“Tranquilos, tranquilos”, intentó serenar Gnecco. Y dio la más lógica explicación: “Muchachos, todo cuanto hagamos a partir de ahora, estos tipos lo van a saber, tranquilos, juguemos el partido, no hablemos más con nadie, dejemos eso para cuando estemos en casa. Ahora quedamos en manos de Dios y haremos su voluntad. Somos decentes y él nos va a proteger”.

— Mirá, escúchame bien Flaco -dijo Juan Bava, dos metros de bondad y franqueza, dirigiéndose a Espósito, su amigo, colega y compañero-, vos hacé lo quieras, pero si a los 10 minutos el equipo de aquí no gana 2 a 0 yo tiro el banderín a la mierda, me meto en la cancha y hago un gol de cabeza, ¿me escuchaste? Tengo dos hijos para criar”, concluyó su angustiosa advertencia (ahora sus hijos son tres pues además de Facundo y Tamara, llegó Ornella).

El auto que los llevó desde el hotel hasta el estadio Atanasio Girardot los dejó a más de un kilómetro. Esto los obligó a caminar bajo un sol despiadado con traje y corbata entre la multitud para ser fácilmente identificados y amenazados a cada paso. Y ya en el camarín, hallaron una corona de flores gigante colgando de una de las paredes y un crucifijo con tres velas. ¿Una para cada uno si no ganaba Atlético Nacional de Medellín?

Antes que finalizara el primer tiempo Nacional se imponía por 3 a 0 y el partido terminó 6 a 0 con cuatro goles del Palomo Usuriaga, uno de Alexis García y el otro de Niver Arboleda. Alguno de esos goles desde 40 metros y otros por insólitos errores defensivos de un equipo en el que jugaban Zeoli, Moas, Kanapkis y el Polillita Rubén Da Silva, entre otros. Siempre se sospechó que Pablo Escobar, quien nunca se declaró hincha de ninguno de los dos equipos de Medellin, “abogó” por la causa de un campeón de la Libertadores de la ciudad y que esto formaba parte de su programa “Medellín sin tugurios”. El logro también lo distinguiría ante sus competidores del Cartel de Cali.

Es una versión nunca desmentida que los jugadores de Danubio sufrieron tormentos, amenazas y extorsiones por parte del Cartel de Medellín. En cambio, nunca se pudo comprobar que Escobar los haya sobornado con 500.000 dólares por “dejarse ganar”.

Puesto que Olimpia de Paraguay había logrado una histórica clasificación ganándole a Inter de Porto Alegre 3-2 de visitante en el Beira Río, dando vuelta una ida de 0-1, los protagonistas de la final serían Atletico Nacional de Medellín y Olimpia de Paraguay.

- How are Juan?, Loustau asked Bava on the phone.

- Do you know something?-

- Tell me-

- They just designated me to direct the second game of the final between National of Medellín and Olimpia in Colombia.—

- Oh, then we have to talk.Where are you?-

Bava and Loustau gathered in the coffee next to the AFA and Juan told Pichi the "Odyssey" suffered in Medellín.

Julio Grondona, al leer el informe ingresado a la secretaría de la AFA sobre todo lo acontecido, pidió que no se hiciera público pues lo que estaba en riesgo eran vidas, no resultados. Y actúo rápidamente. Hizo que todo el Comité Ejecutivo de la Confederación Sudamericana viajara a Colombia para “presenciar” el último encuentro y que todos sus dirigentes sean testigos directos del partido. Logró que Nacional trasladara la localía desde Medellín hasta Bogotá “por una cuestión de capacidad”. Y se designó a la terna integrada por Juan Carlos Loustau, Francisco Lamolina y Jorge Romero para dirigir el partido. Un lujo digno de una final tan difícil y con tantos intereses periféricos en juego.

Olimpia de Paraguay, que había ganado el partido de ida en el Defensores del Chaco por 2-0, se fue a concentrar a Cali, la ciudad de quienes “competían” con Pablo Escobar. Se sostuvo que le dieron respaldo logístico al club paraguayo, presidido por el poderoso empresario Osvaldo Domínguez Dibb, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali” Ellos más sus socios José Santa Cruz Londoño y Helmer Herrera Buitrago, todos capos del narcotráfico de Cali, tenían especial interés en que Pablo Escobar no le “diera” a Medellín una alegría tan significativa como ver y vivir al Atlético Nacional campeón de la Copa Libertadores.

Juan Carlos Loustau, Jorge Romero y Francisco Lamolina se alojaron en el hotel Tequendama. Mientras cenaban la noche anterior a tan esperado partido, una persona con gesto adusto, modales ordinarios, vestido con un traje negro, paso acelerado y mirada intimidante se detuvo junto a la mesa y les acercó un maletín al tiempo que les decía en voz baja pero enérgica: “Colombia no puede perder más finales”. Apoyó el maletín en el piso tocando la parte baja de la mesa y al tiempo que Romero y Lamolina se pusieron de pie para pelearlo, el delincuente se abrió el saco y mostró un arma encajada en su cintura…

A pesar de ello fue el propio Loustau quien le metió un codazo en el estómago en medio de un rápido tumulto. Cuando la vigilancia se acercaba, pues estaban en “estado de alerta”, el intruso retomó el portafolios y mientras se retiraba precipitadamente volvió a amenazarlos: “O gana Nacional o se vuelven en ataúdes a casa”.

El prestigioso árbitro Juan Carlos Pichi Loustau, que venía de dirigir el Mundial Sub 20 de Chile (1987), los Juegos Olímpicos de Seúl (1988) y al que aún le esperaban merecidamente a su inigualable carrera la Copa América de Brasil (1989), el Mundial de Italia (1990), la Copa América de Chile (1991), la Copa Mundial de Clubes (1992) y una final Intercontinental entre San Pablo y Barcelona (1992), se presentó ante el Comité Ejecutivo de la Confederación constituido en el hotel Tequendama para denunciar el hecho y decir que “no están dadas las condiciones anímicas para dirigir este partido. Estamos bajo amenaza de muerte”.

Tras muchas deliberaciones y con la colaboración de Pancho Lamolina y Jorge Romero, el Pichi entendió que resultaría peor para todos no jugarlo que hacerlo aún bajo amenaza. Y en esas condiciones salieron a dirigir.

Nacional de Medellín tenía que hacer dos goles para ir a penales y tres para ganar la Copa Libertadores. El día anterior un atentado criminal en Bogotá dirigido contra el Director Administrativo de la DAS, Miguel Maza Pachón, le había costado la vida a siete personas. Y dos semanas antes de la gran final había volado el estudio desde donde se emitía el noticiero Mundo Visión. En estos como en otros terribles casos anteriores, la Policía adjudicó los atentados al “Cartel de Medellín”. En cualquier conversación “casual” con la terna arbitral se les recordaba, como “parte de la conversación”, “los de Medellín, los que tienen a Pablo Escobar como patrón, son terribles, miren lo que pasó con el avión de Avianca con 109 muertos…”.

Como no podía ser de otra manera, la terna arbitral argentina tuvo una actuación impecable. Pero el partido lo ganó Nacional por 2 a 0 con goles de Fider Miño y Albeiro Palomo Usuriaga y entonces había que patear tiros libres desde el punto del penal para definir quién sería el campeón. El resultado del partido condicionado a los penales. ¿También la vida de los árbitros, de irreprochables tareas, dependería de los penales?

Luis Cubilla, technical director of Olimpia, made the list of his shots.On the other hand, Francisco Maturana agreed with his players.

The first penalty was executed by the Uruguayan goalkeeper Éver Almeida and was outside.That is, at the end of the third penalty, Nacional won the game for 3 to 2 and was champion, as Andrés Escobar, the Usuriaga Palomo and Jhon Jairo Trelllez had already converted ...

Higuita stopped the prison to Éver Almeida

But in the room, who threw it outside for Nacional was Alexis García.And as Alfredo Mendoza made him as before his companions Gustavo Benítez and Herio Chamas, three to three were left and lacked a penalty for each team.Loustau perspired and his partners Lamolina and Romero implored to heaven.The definition batch of one was coming by team in an alternate way ... Gabriel González, Jorge Guasch, Fermín Balbuena and Vidal Sanabria failed incredibly.And by national in alternation, the same thing happened.Those who executed Felipe Pérez, Gildardo Gómez and Luis Carlos Perea were spoiled.

Iban para el cuarto de la serie de uno. O sea se habían ejecutado 17 tiros libres desde los once metros y no había campeón. Loustau miró el balón, le pidió a Dios, dio la orden y Leonel Álvarez lo transformó en locura, Copa Libertadores, fiesta, vuelta olímpica y suspiros interminables para los tres jueces argentinos. Nacional de Medellín había ganado por 2-0 en el tiempo regular y 5-4 en los tiros libres desde el punto del penal.

However, two cars crossed when Loustau returned in a taxi to the hotel after looking for the Caracol chain the game's tape video to incorporate it into their memories.

- You did not fulfill the agreed.We offered you a briefcase with money and left it.You did not understand the message.—

They left him in the middle of a field about eight kilometers from the center.The referee ran fearing to meet someone who appeared from some scrub.A good will indicated where he could find a taxi.He did it.He arrived exhausted to the Tequendama hotel.Him's partner and romero, desperate after looking for him everywhere, put it inside the bathtub with hot water, called the doctor and he gave him a sedative.

Only on the return flight, already near midnight and heading to Ezeiza, he was recovering speech to tell what happened.

— Me cruzaron dos autos, se bajaron cuatro tipos con ametralladoras en el medio de un descampado, me querían matar porque dijeron que no entendimos el mensaje cuando rechazamos el maletín que trajo aquel tipo al hotel…—, sintetizó Juan Carlos Loustau.

After the years after we could say that these Argentine referees perfectly understood the message.Not that of Pablo Escobar Gaviria's hitmen, but the true message of life.

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